reloj-ucv_webPublicado en el 2009

La semana pasada se observó una ofensiva orquestada por parte del Gobierno para ponerle la mano a las universidades autónomas, empezando por la que tiene mayor ascendencia y tradición, la Universidad Central de Venezuela. Los hechos vandálicos perpetrados por bandas terroristas, con saldo de tres autobuses, un vehículo y un camión de reparto de víveres quemados, destrozos en la entrada del Edificio del Rectorado y de la FCU, tomas a mano armada de escuelas y tiroteos entre grupos rivales del chavismo que resultaron en un estudiante herido de bala, han sembrado de angustia y zozobra a la comunidad UCVista. Ello se combinó con el circo televisivo preparado por el ministro de Educación Superior, Luis Acuña, a las autoridades universitarias que vinieron a entregarle sus reclamos por un presupuesto justo al finalizar la marcha del miércoles. Ahí, rodeado de centenares de conmilitones y vestido de rojo rojito cual un squadristi más, pretendió apabullar frente a las cámaras de VTV a la pequeña comitiva universitaria que fue autorizada a pasar. Después aparecería declarando el ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami, acusando a la rectora García Arocha de ser la responsable de los desmanes ocasionados por partidarios del Gobierno en el recinto universitario, cínica acusación de la cual hicieron eco la Fiscal General, diputados de la Asamblea Nacional y el ministro de Educación, Héctor Navarro. Para cerrar, el presidente Chávez, por cadena nacional el viernes, vomitó sus odios, improperios y ofensas contra la Rectora y contra la población estudiantil de nuestra máxima Casa de Estudios.

El neofascismo venezolano no tolera que la ciudadanía ocupe sus espacios y salga a la calle a defender sus derechos. En el caso de las universidades, la amenaza es aún mayor, por ser asiento del pensamiento crítico y por constituir el escenario por excelencia para la prosecución del conocimiento y la formación de talentos al servicio de una sociedad libre. Las pretensiones totalitarias de Chávez y los suyos no pueden aceptar la existencia de centros autónomos del saber, dispuestos a señalar los errores del Gobierno y a enmendarle la plana a los gazapos en materia económica, política y social, así como a denunciar violaciones a los derechos humanos fundamentales. La fanaticada que asume como religión de Estado las “verdades” del Comandante como las únicas, arremete con la sinrazón de la fuerza bruta contra aquellos cuya única defensa es la fuerza de la razón. Para el teniente coronel, en el IVIC y las universidades se hace “ciencia inútil”, sin “pertinencia social”. Preferiría que éstas se ocuparan exclusivamente por el “cómo” instrumental: el “qué” y el “por qué” de las cosas son potestad exclusiva suya por ser líder de la “revolución” y, por antonomasia, representante genuino de los intereses del pueblo. Cualquier cuestionamiento al camino escogido dentro de esta óptica, es traición a la patria. Como los universitarios se niegan a sustituir la búsqueda de la verdad por la “verdad” de Chávez, éste ordenó un montaje de violencia y de manipulación mediática para proyectar una imagen de ingobernabilidad y justificar la intervención. Pero los neofascistas en el poder se han tropezado con una comunidad dispuesta a no entregar sus espacios plurales, de tolerancia por la opinión diferente, a no renegar de su razón de ser como vehículo de progreso, de formación de talento y de ciudadanos comprometidos con el desarrollo nacional y las libertades civiles. Y en esta batalla contra el atraso y el oscurantismo que pretenden conculcar su misión, la UCV cuenta con un equipo dirigente, encabezado por su Rectora, Cecilia García Arocha, que ha demostrado coraje, firmeza e integridad en la defensa de los principios y valores que constituyen la esencia del deber ser universitario, libre, cuestionador, siempre dispuesto a explorar mejores soluciones y a no conformarse con las verdades establecidas. Junto a los universitarios de las demás universidades, públicas y privadas, comprometidos igualmente con la defensa de un futuro de libertad, justicia y prosperidad, y entrelazados con las mejores esperanzas de nuestro pueblo, la universidad venezolana saldrá airosa frente a este intento de encapsularla en esquemas dictatoriales.