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Publicado en El Nacional el 1 agosto de 2010
María Alesia Sosa Calcaño
Como reconocimiento a su trabajo para favorecer la convivencia, el Proyecto Nacional de Enfrentamiento de la Violencia del Observatorio Hannah Arendt ganó este año el Premio Arturo Uslar Pietri que otorga El Nacional en su aniversario

Ideas hay muchas. Ideas que construyen, no tantas. Ideas que se convierten en acciones, casi ninguna. Pero esta idea, que surgió en una cola en la Cota Mil, no sólo se convirtió en acción, sino que ayuda a echar cimientos de paz en un país que parece haber olvidado lo que es vivir en tranquilidad.

El Proyecto Nacional de Enfrentamiento de la Violencia del Observatorio Hannah Arendt ganó este año el Premio Arturo Uslar Pietri que otorga El Nacional en su aniversario, de acuerdo con la decisión de un jurado integrado por Luis Bravo Jáuregui, Tulio Ramírez y Norma González.

La historia de esta iniciativa comenzó en 2006 cuando, preocupados por la división creciente en Venezuela y la pérdida de los valores democráticos, un grupo de profesionales, liderados por el sociólogo Heinz R. Sonntag, fundó el observatorio, con el fin de vigilar la realidad venezolana y publicar textos que denunciaran lo que estaba pasando. Pronto se dieron cuenta de que eso no era suficiente y decidieron actuar.

En 2007, el observatorio comenzó a dictar talleres de cultura de paz en distintas ciudades del país. «Eran seminarios de ocho horas. Convocábamos a líderes comunitarios, estudiantes universitarios y miembros de partidos de todas las tendencias, para desarrollar mecanismos que contribuyeran con la solución pacífica de conflictos», explicó Alejandro Oropeza, coordinador del proyecto.

En 2008 y 2009, el observatorio organizó 37 seminarios de Cultura de Paz y Formación Democrática en 9 ciudades del país, los cuales fueron replicados con éxito más de 90 veces por los participantes.

Volcados a la comunidad. El éxito de los seminarios no podía quedarse ahí. En 2009, Oropeza y Sonntag conversaron sobre la posibilidad de hacer un programa de acción comunitaria para enfrentar la violencia. Con la colaboración de universidades como la Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, el proyecto se convirtió en un hecho.

Este programa, junto con los seminarios, forma parte del Proyecto Nacional de Enfrentamiento de la Violencia.

Incluye un seminario de cien horas, cuyo objetivo es facilitar herramientas para combatir los distintos tipos de violencia, y culmina con la presentación de un plan que disminuya de manera efectiva la violencia en una comunidad específica.

«Quisimos diseñar un programa de más largo aliento, donde diéramos a las comunidades herramientas de análisis de la realidad de la violencia, para modelarla y tratar de intervenirla», dijo Oropeza.

Rubén Baradat es una de las 240 personas que han asistido al curso, y su proyecto final fue identificar los factores que inciden en que ocurran homicidios en el barrio Ojo de Agua, en Baruta. El objetivo es disminuir las cifras de esos hechos. «Nos preguntamos realmente qué podíamos ofrecer para afrontar la violencia en nuestra comunidad. Luego de analizar varios factores, decidimos construir un módulo policial en el sector, ofrecer charlas de seguridad a la gente y rescatar los sitios públicos», relató Baradat, quien asegura que en pocos meses el proyecto ha registrado resultados positivos.

Para Sonntag, este proyecto es una forma de «re-crear» la república y los valores tradicionales del pueblo venezolano. Oropeza subrayó que no caen en enfrentamientos políticos porque la violencia es un problema que afecta a todos los venezolanos por igual.

«Recibimos este premio con humildad, no tenemos ínfulas de protagonismo. Hacemos lo que hacemos porque pensamos que hay que hacerlo»
, expresó Sonntag.