diadelamujerEl 8 de marzo es día internacional de la mujer. ONU mujeres se siente orgullosa de anunciar el lanzamiento de «Planeta 50-50 en 2030: demos el paso por la igualdad de género». Afirman los voceros de ONU mujeres que  “Imaginamos un planeta donde todas las mujeres y niñas tengan igualdad de oportunidades y de derechos antes del 2030. Demos el Paso pide a los gobiernos que hagan compromisos nacionales para cerrar la brecha de género – desde nuevas leyes y políticas a planes de acción nacionales e inversión adecuada”. [Disponible en: http://beijing20.unwomen.org/es/in-focus/beijing-at-20]

Las acciones de la ONU están orientadas hacia el empoderamiento de las mujeres en cuanto a la igualdad de género, pero, en el 2013 Erwiana Sulistyaningsih (a quien la revista Times ha nombrado como la mujer más influyente del mundo) sufrió crueles torturas cuando buscaba mejores ingresos y se movilizó de su natal Indonesia a Hong Kong donde se empleó en una casa como empleada doméstica con un salario de 400 euros que para ella resultó muy satisfactorio. Hong Kong tiene una antiquísima ley laboral en la cual las empleadas están obligadas a vivir en la casa de sus empleadores a fin de evitar problemas de inmigración. Erwiana recibió su salario apenas los dos primeros meses, en los siguientes meses fue forzada a trabajar entre 18 y 20 horas diarias y más adelante por quedarse dormida en la cama que tenía para su uso, recibió una paliza y fue obligada a dormir en el suelo, a alimentarse con solo dos boles de arroz y medio litro de agua al día. Cuando intentó fugarse fue golpeada tan brutalmente que se le rompió la nariz y perdió varios dientes, finalmente la empujaban todos los días por las escaleras. ¿Quién propinó estos atroces castigos a Erwiana? Nada más y nada menos que su empleadora la señora Wan-Tung. Otra mujer. Afortunadamente Erwiana no guardó silencio, a pesar del miedo decidió contar su historia y pedir justicia que… ¿obtuvo? Relativamente, pues a su empleadora le dieron solo 6 años de prisión y una multa.  Mientras que Erwiana enfrentará por el resto de su vida las cicatrices físicas y emocionales después de la terrible experiencia vivida.

Y sin ir muy lejos, en nuestro país, cada día las mujeres somos vejadas de formas a veces tan sutiles que hasta dan risa, desde el motorizado que viene en contra mano y le encienden las luces para que no choque de frente y se indigna de tal manera que hace una señal obscena y grita – para insultar claro está – ¡Mujer! En su mente ha proferido un gran insulto.  Y que no se  hable de las madres que todos los fines de semana lloran a sus hijos muertos a manos del hampa y la violencia, o a las madres que tienen que hacer un recorrido en un taxi para conseguir espacio en algún hospital para parir, o casos tan terribles como el muy sonado caso de Linda Loaiza. Igualmente hoy día en la Venezuela en la que tenemos que hacer cola para conseguir productos básicos, he presenciado violencia de mujeres contra otras mujeres, y resulta que no hay identificación de género para cooperar…y así, tantas cosas más que se me van quedando en la premura del tiempo y la precariedad – por breve –  del espacio, me hago una pregunta con base en estos escenarios y me digo yo; ¿Qué podemos celebrar, si la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, una hoja de ruta histórica firmada por 189 gobiernos hace 20 años y que estableció la agenda para la materialización de los derechos de las mujeres, se está renovando ahora ya que si bien han sido muchos los logros todavía hay países que no cumplen con los propósitos planteados allí? ¿Y es que cómo hacemos que los demás entiendan que debe haber igualdad de género y que se debe erradicar la violencia contra la mujer cuando son las mismas mujeres las que se agreden entre ellas?

Más que celebrar, invito a reflexionar a mis colegas mujeres,  ¿por qué nos ha tomado tanto tiempo empoderarnos de lo que son nuestros derechos naturales? ¿Por qué nosotras mismas nos violentamos entre nosotras? En mi opinión a estas alturas de milenio, estos temas deberían estar obsoletos y olvidados. Lo que requerimos, para que se puedan dejar de lado estos temas, es propiciar ambientes educativos donde comprendamos que nosotras tenemos en nosotras mismas el poder de cambiar nuestra situación y que ser mujer no es una “condición” que hemos de aceptar con resignación y sumisión. Somos mujeres y tenemos derechos, capacidades y oportunidades igual que cualquier hombre. Y que somos nosotras las mujeres quienes tenemos en nuestras manos la opción de educarnos no solo como profesionales sino para empoderarnos y ocupar el rol que nos corresponde en una sociedad libre e igual. Una vez que asumamos en nuestras mentes y corazones que la opción es nuestra, no necesitaremos protocolos ni organizaciones ni la plataforma de Acción de Beijing que nos diga como empoderarnos de lo que nos pertenece. Feliz día Internacional de la mujer 2015.