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Ángel Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de Luz

Guerra de Independencia (1810-1823): 200.000 almas dejaron su vida terrenal y el país quedó desolado. La clase mantuana a la cuál perteneció Bolívar se suicidó. La Independencia fue una matazón (Vallenilla Lanz) y los caudillos, precursores del militarismo, se hicieron con el control del país.

Guerra Federal (1859-1863), 2000 combates de todas las especies y calibres, otros 200.000 venezolanos lanzados al más allá a explorar la existencia de Dios en una guerra de significados tan ambiguos alrededor de unas expectativas sociales de bienestar común que la gloriosa Independencia nunca logró colmar alrededor de una población analfabeta y miserable. Los triunfadores de la Guerra Federal, sobretodo, el “Autócrata Civilizador”, Guzmán Blanco, tampoco lo hicieron. Así se nos fue un penoso siglo XIX que la historiografía más al uso ha preferido colocar en el manto del olvido.

Dictaduras de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, inauguran el siglo XX a través de la marca del hierro y fuego. Gobernaron a Venezuela por 35 años como si los venezolanos hubiésemos mutado a cabezas de ganado. Y todavía andan por ahí algunos historiadores extraviados que le otorgan a Cipriano Castro la condición de líder progresista. No tengo las cifras de las víctimas de ambos hegemones aunque el expediente es largo y doloroso.

Proyecto bolivariano gestado en 1992 luego de dos fallidos y sangrientos Golpes de Estado con el sublime propósito de obtener la redención social de los venezolanos prisioneros de las injusticias milenarias de nuestra absurda historia. Con el tiempo, el gusto por el mando sin contrapesos, les ha llevado a instalar el clima de la violencia y la confrontación como gestión de una anti-política anacrónica y desgastada sumiendo al país en la pavorosa crisis actual.

Cuatro momentos trágicos de nuestra historia republicana que el Dr. Elías Pino Iturrieta ha utilizado en una reciente conferencia que impartió en la ciudad de Maracaibo para ejemplificar la alta dosis de masoquismo histórico al que estamos propensos los venezolanos. Y conste que fue explícito en presentar las tres primeras, y sólo sugirió, lo que es evidente en el momento actual. Para el Dr. Pino, uno de nuestros más preclaros historiadores, y de paso, amigo, los venezolanos siempre nos las hemos ingeniado para salir de esas oscuranas, esos baches históricos que tipifican nuestro maridaje con el desorden y nuestra propensión a la andadura circular. El Dr. Pino alentó a su auditorio con los logros de quienes recompusieron el varapalo en los distintos momentos en que sólo existió el pesar.

No hay duda que se lo agradecemos. Lo que no terminamos de digerir es esa recurrencia al error, al fatalismo genético de una marcha de la locura que no remite. A esa incapacidad de los venezolanos por convertir las realizaciones y el bienestar en un estilo de vida permanente.

Tomado de Diario Tal Cual