MI HOMENAJE A LA MEMORIA INSIGNE DE HEINZ SONNTAG, EMINENTE COMPAÑERO ACADÉMICO Y SUMAMENTE ESTIMADO AMIGO UNIVERSITARIO Y PERSONAL – ÍNTEGRO EN TODO.

A los 75 años de edad, cuando todavía tenía capacidad y voluntad para darle a Venezuela aún más de la mucha excelencia intelectual, académica y profesional que ya le había dado, falleció Heinz Sonntag, a quien llegué a considerar y a quien recordaré siempre como la muestra más especial de lo mejor, lo más sublime y lo más excelso del gentilicio alemán. Asímismo lo recordaré como el más enérgico e incansable defensor de la venezolanidad de alta estirpe, permanente actitud que lo calificaba como uno de los más consecuentes y combativos venezolanos de estos tiempos. Adolfo Hitler y su horroroso nazismo insuflaron subliminalmente en la mente de los pueblos la errónea noción de que el típico modo de hablar enérgico y enfático del pueblo alemán era el propio para dar órdenes y proferir amenazas de ejecución con efectos terribles. Nuestro muy apreciado y muy querido Heinz, con su ejemplar comportamiento entre nosotros, hizo añicos tal errónea noción, y por el contrario, con su trato y comunicación de gentileza, desprendimiento, cortesía y nobleza de ánimo nos insufló firmemente la noción más positiva y favorable de la idiosincrasia del pueblo alemán, que por intermedio de él pudimos inferir y colegir como de muy altas dignidad y nobleza. Nos hizo grata y simpática su forma de hablar y actuar porque era enérgica y enfática para expresar y demostrar seriedad y responsabilidad académica y profesional, para expresar y demostrar su estricto apego a la responsabilidad social y a la recia militancia cívica y democrática que nos impone nuestra condición de profesionales universitarios. Por todo eso fue capaz de generar un permanente y consistente ámbito de respeto, aprecio y afecto en derredor de su incansable y fructífero quehacer universitario. Por lo que he dicho aquí, la noticia de su fallecimiento generó en mí un aplastante pensamiento de pérdida de un eminente compañero académico y generó también un doloroso sentimiento de ausencia repentina y definitiva de un inefable amigo universitario y personal. Tales mortificantes sensaciones fueron agravadas por la dura tristeza de que mi lamentable estado fisiológico (consecuencia del ACV casi mortal que me atacó en reciente pasado hiciera que el día del velatorio y el día del sepelio yo no pudiera estar presente en el altamente merecido homenaje de despedida a él, uno de los más dignos y nobles integrantes de nuestra también muy digna y noble familia universitaria. Termino diciendo que estoy seguro de que su alma descansará en paz porque él se lo ganó prodigando su inmensa y afable bonhomía por donde quiera que pasó o anduvo.

Con toda mi alma,

Manuel Rodríguez Mena