Por VENAMÉRICA

A pesar de lo relativa que pueda ser una verdad, la claridad de las acciones políticas y su impacto sobre las realidades coadyuvan a soportar su pertinencia

Por ALEJANDRO OROPEZA G.

“Es una de las razones –las expectativas irracionales– por las cuales la verdadera revolución, aquella llamada a subvertir por completo la realidad existente, siempre es aplazada; solo así es posible seguir alimentando su mitología transformadora”.
Manuel Arias: “La democracia sentimental”, 2016

En un trabajo publicado en el Journal of Democracy, Anwar Ibrahim, exprimer ministro malayo, afirma: “Do you want to declare yourself a democrat? Then go to the people and persuade them to appreciate and understand your visión” (¿Quieres declararte demócrata? Entonces dirígete a la gente y persuádelos de apreciar y comprender tus planteamientos). Lo que supone poseer y demostrar transparencia en la comunicación, y que esta se base en un mínimo de confianza sustentada en algo de verdad.

A pesar de lo relativa que pueda ser una verdad, la claridad de las acciones políticas y su impacto sobre las realidades coadyuvan a soportar su pertinencia. No pocas veces, la hojarasca de eventos emergentes desvían la atención sobre los objetivos clave perseguidos y que son eje de la acción y la comunicación política.

El anuncio del inicio de “conversaciones” preliminares entre representantes del régimen usurpador y la alternativa democrática, separadamente, con facilitadores en Noruega, es un ejemplo de lo afirmado. No pocos se sienten sorprendidos y hasta traicionados por esta iniciativa, por lo que es preciso avanzar algunas precisiones. El propio Presidente (e) Juan Guaidó ha ratificado que las guías en estas preliminares son aquellas que rigen la acción desde enero: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

Es necesario advertir ciertas características de la complicada realidad venezolana. Existe, quien lo duda, una “dualidad operativa” perversa en el ejercicio de órganos del Estado: un usurpador que ejerce la presidencia y el Presidente Constitucional (e); una legítima Asamblea Nacional y una asamblea constituyente espuria; dos tribunales supremos de justicia; representantes diplomáticos nombrados por el Presidente (e) reconocidos por diversos Estados, organismos y grupos internacionales. Dos dimensiones de acción: una legítima, otra usurpadora. Todo actúa en una realidad innegable: el colapso de la capacidad de formular y ejecutar políticas públicas que hagan frente a la compleja Agenda Social, expresión de la cual es la catástrofe humanitaria, el éxodo masivo de venezolanos y la crisis de ingobernabilidad. Tales hechos llevan a muchos analistas a advertir un Estado fallido que navega sobre las aguas del desconocimiento del Estado de Derecho y el desmontaje del andamiaje democrático del sistema político.

En medio de esta realidad cabe preguntarse: ¿Qué posibilidades existen de iniciar acciones para la reconstrucción y la atención de la Agenda Social? ¿Existe alguna duda de la necesidad de políticas públicas para hacer frente a este colapso general? Más aún, y quizás el aspecto más polémico ¿Cuál es el camino más idóneo para lograr los objetivos? ¿Es absoluta la verdad de unos y otros para ello? Más, al ser varias es como multiplicarlas por cero. No existe verdad absoluta, sino caminos posibles que hay que de inmediato diseñar y viabilizar para construir una ruta que lleve a un proceso de transición, al inicio de la reconstrucción, la atención de la profunda crisis y lograr la libertad.

La liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados, el fin de la dualidad operativa, el reacomodo de los actores políticos y la participación de la sociedad civil, para una transición que priorice la atención de las problemáticas nacionales, son medios para lograr un fin último: la recomposición de la democracia venezolana. ¿Los medios? Todos se deben considerar, nadie tiene la verdad.

*@oropezag / oropezag@gmail.com .VenAmérica Washington, D.C

/www.diariolasamericas.com. 21 de mayo de 2019