Foto: Luis Brito

OBSERVATORIO HANNAH ARENDT
Pedro Manuel González M.

A pocas horas de tu partida, ya sabrás si se produjo el encuentro y consiguiente diálogo con Dios, o si fue Rimbaud el encargado de darte la bienvenida para pasar una temporada en el opuesto lugar. Conocido tu agnosticismo militante, ese dilema, propio de creyentes, no fue parte de tu agenda de preocupaciones hasta ayer, de modo que no tiene sentido importunarte ahora con ese tema.

Donde no hay la menor duda Teodoro, es que te corresponde un lugar cimero, ganado con tesón y pasión de carbonero, en la Historia Política de Venezuela, luego de un largo recorrido que cubrió más de siete décadas, a horcajadas entre la segunda mitad del siglo pasado y lo que va de transito del presente siglo, período en el cual le entregaste al país reiteradas demostraciones de ser “…una rara avis entre los políticos venezolanos: un hombre de una vastísima cultura, cuyas opiniones eran expresadas con una pluma envidiable, cosa no siempre corriente en un extraordinario orador de masas, que también lo es Petkoff”.

La cita previa es de tu dilecto amigo Manuel Caballero, y ahora tendrás tiempo para el reencuentro con él. Fue escrita en ocasión de la reedición por Monte Ávila en 1990 de tu muy polémico y renombrado libro, tanto a nivel internacional como regional y nacional, Checoslovaquia. El socialismo como problema, publicado a comienzos de 1969 e inspirado por la brutal invasión de las tropas soviéticas a ese país para acallar a sangre y fuego la promisoria Primavera de Praga que procuraba darle un rostro humano y libertario al modelo totalitario instaurado en la Europa del este.

Visto a la distancia de los hechos y circunstancias de la época, el “revisionismo” del cual se te acusó en aquel momento era, por un lado, la continuidad de la reflexión política que te llevó a entender tempranamente la absurda acción del “infantilismo de izquierda” que significó la lucha armada guerrillera en el país a comienzos de los sesenta, y por otro lado, la inevitable ruptura con el viejo y castrante molde comunista diseñado y confeccionado en la entonces URSS, y que te llevó junto a decenas de aliados a constituir un nuevo partido de orientación democrática y libertaria, el Movimiento al Socialismo (MAS), y cuyas directrices pespunteaste en el libro Socialismo para Venezuela, publicado en 1970.

No es este momento para trazar tu línea del tiempo intelectual, Teodoro. Pero es preciso acotar que en el libro Proceso a la Izquierda, de 1976, continuaste la reflexión y deslinde con la vieja izquierda ortodoxamente comunista, y avanzaste en la comprensión de la relación y armonización de los conceptos Socialismo y Democracia, visto principalmente desde la singularidad del proceso sociopolítico y de la lógica de la economía rentista petrolera venezolana.

En una conferencia dictada en la UCV en junio de 1978, que apareció recogida en el libro Democracia para el socialismo, publicado en 1981, expresaste con mucha pasión y claridad lo siguiente: “Defender la democracia supone una coexistencia con fuerzas políticas de signo contrario al nuestro, también adheridas al sistema político democrático”.

Dadas tus convicciones democráticas te aventuraste en varias ocasiones en la lucha electoral presidencial, sin lograr el éxito personal, pero obteniendo a cambio una importante referencia electoral para tu partido, que alcanzó una valiosa cuota de representación política en el Congreso Nacional y en gobernaciones y alcaldías.

A consecuencia de tu evolución política y la comprensión de la importancia y necesidad de las alianzas como parte del juego político democrático, llegaste a la posición de ministro de planificación en un país que atravesaba una profunda crisis económica, financiera, política y social, y un gobierno con severas debilidades políticas. Una vez más, pero tampoco fue la última, la “izquierda borbónica, que ni olvida ni aprende” arremetió una vez más en contra tuya, no obstante, la claridad de tus convicciones democráticas salió a relucir, y tu exitosa frase “estamos mal, pero vamos bien”, fue interpretada como un signo de madurez al reconocer lo grave de la situación y, al mismo tiempo, mostrar una dosis de optimismo y confianza en las medidas que se estaban llevando adelante.

En ese marco, junto con otros ministros del gabinete ejecutivo, lideraste un proceso sociopolítico de extrema importancia en la crítica coyuntura de crisis por la que atravesaba el país, y se logró firmar el Acuerdo Tripartito entre el gobierno, los empresarios y los trabajadores, con el respaldo firme del Congreso Nacional, para cambiar el régimen de cálculo de las prestaciones sociales de los trabajadores e introducir un nuevo modelo de seguridad social, acordes con las nuevas realidades por las que atravesaba el país en todos los órdenes, y que eran muy distintas a las condiciones primeras bajo las cuales se constituyeron tales sistemas. Aun las aguas siguen muy turbulentas y la significación de ese acuerdo tripartito no ha sido comprendida de manera serena y objetiva.

En el convulso año electoral de 1998 debiste tomar una decisión muy dura en lo político y también en lo personal, como fue abandonar el partido que habías contribuido a fundar en 1970, por desacuerdos políticos e ideológicos con la directiva de esa organización para el momento, que se empeñó de manera terca y oportunista en apoyar la candidatura presidencial del principal responsable de los fallidos golpes de estado contra la democracia ocurridos en febrero y noviembre de 1992.

De vuelta a la vida cívica y política, ahora sin militancia partidista, destacaste en tu nueva fase de director de periódico, primero en un medio privado que gracias a tus filípicas editoriales logró volver a interesar a los lectores e incrementar el tiraje, y por ese motivo te hiciste “enemigo público” del nuevo gobierno que de a poco pero de manera continuada dejaba crecer al monstruo autoritario que acobijaba en su seno, y para quien la libertad de expresión era un objetivo a vencer.

Ese traspiés en lugar de amilanarte te dio nuevos impulsos que llevaron a conformar una amplia alianza entre cientos de colaboradores y pequeños financistas que permitió la aparición de Tal Cual, un periódico de modesto tiraje pero de inmensa incidencia en la opinión política del país, en alta medida gracias a tus certeros, directos e incisivos editoriales de claro signo político debeladores de las trapisondas crecientes del régimen,  y muy pronto Tal Cual se convirtió en objetivo de los zarpazos anti libertad de expresión y anti derechos cívicos y políticos del régimen de Chávez, y luego de Maduro.

En el 2006 volviste al ruedo de la lucha política activa y directa, ahora en ocasión de la escogencia del candidato presidencial de las fuerzas democráticas opositoras, y estabas consciente de tus limitadas posibilidades de triunfo, sin un partido político relevante, con escasísimos recursos económicos y una salud maltrecha,  pero hiciste el gran esfuerzo para contribuir a retomar la senda de la lucha electoral en la oposición democrática y abandonar las ilusiones abstencionistas que produjeron el lamentable error de cederle la Asamblea Nacional al régimen de Chávez en el 2005. Lo asertivo de esa serena decisión política se mostró de manera parcial en las elecciones parlamentarias del 2010, y continuó en ascenso en las presidenciales del 2012 y 2013, y cristalizó a plenitud con el rotundo triunfo en las parlamentarias del 6 de diciembre de 2015.

En los tres últimos años de tu larga y accidentada carrera política, se agravaron todos los problemas del país, tu salud te pasó viejas y nuevas facturas. Hoy cuando cierra el mes de octubre y el país se entera de tu partida terrenal, no podemos menos que sumarnos a las miles de voces que lamentan sincera y hondamente tu adiós, pero nos queda la inspiración de tu tenacidad y fortaleza política, sin dobleces ni medias tintas frente al poder autoritario que en mala hora se impone en el país, orgullosos de haberte conocido y haber compartido algunos tramos en tu largo caminar, y seguros que tu enorme esfuerzo por la consolidación de una democracia solida y con equidad social no será en balde. Hasta pronto querido Teo.