Nueva Universalia y VenAmerica (NUVA)
Nuevas amenazas contra las universidades

A la destrucción por diseño político de la universidad venezolana que hemos denunciado de forma reiterada en diversos manifiestos y foros públicos, se le une nuevas amenazas que deben ser enfrentadas con acciones que van más allá del espacio universitario. Se trata de una perversa estrategia concertada que por un lado pretende limitar el número de carreras accesibles para nuestros estudiantes y, por el otro, apunta a crear una ficción de apertura  en la agobiada existencia de nuestras instituciones de educación superior y de generación de conocimientos.

La limitación en el número de carreras, presentada como un modo de atender las necesidades del Plan de la Patria y presumiblemente orientada al cumplimiento de las responsabilidades de la universidad con las fracasadas ideas del Socialismo del Siglo XXI y el Estado Comunal, esconde un artero ataque sobre los fundamentos de nuestra nacionalidad e independencia. Se trata en realidad de condenar a nuestros jóvenes a un estado de servidumbre social e intelectual al eliminar carreras que, como las humanísticas y sociales, forman parte de la riqueza intelectual de la humanidad, al tiempo que someter al país a un modelo económico de sujeción a tecnologías y esquemas de producción que, más que a Venezuela, sirve a las necesidades económicas y a los intereses políticos  de los aliados del régimen: Cuba, China, Rusia e Irán.

Nadie asegura  que la formación profesional de los egresados que  se formen en   universidades controladas por el gobierno de facto sea de buen nivel, puesto que no es la calidad de la educación lo que interesa al régimen, ni la existencia de universidades que generen conocimientos basados en la investigación. Se trata de implantar un sistema de universidades profesionalizantes de bajo nivel que sirvan de soporte a la pretensión de  imponer un vergonzoso  plan económico, supuestamente desarrollista,  que apalanque la  supervivencia de la pandilla pseudo-socialista que controla los destinos de nuestro país y que pretende eternizarse en el poder.

No son profesionales calificados  los que necesita el régimen para lograr su objetivo; necesita cuadros que sean capaces de apoyar con su trabajo las  operaciones económicas de maquila, e incluso el mantenimiento de actividades ilícitas, como el negocio de estupefacientes o la explotación de riquezas minerales operando en acuerdo con la guerrilla colombiana y otros grupos irregulares.  A todo esto se une la idea,  o el cálculo  del régimen, de que es posible abrir el espacio para el retorno de los capitales producto de la corrupción de las dos últimas décadas, y de corporaciones transnacionales que estén dispuestas a operar  en Venezuela bajo esquemas ilegales  y condiciones reñidas con la transparencia como las que impone el gobierno de facto.

El riesgo mayor para el esfuerzo de recuperar la democracia en Venezuela, es que el esquema económico y de control social descrito arriba, puede, paradójicamente,  traducirse en una aparente “mejora” de la destruida economía de la nación, y crear  falsas esperanzas de  una mejor vida en una población que el régimen ha condenado a vivir en la pobreza. El impacto que este curso de eventos puede tener en nuestra gente,  acorralada por las penurias,  y el efecto de la manipulación de la narrativa discursiva en la que el régimen tiene una maestría considerable, no puede ser desatendido por los universitarios. Es nuestro deber denunciar lo que el gobierno de facto pretende bajo el atuendo de la recuperación económica. Y es esencial que nuestros jóvenes estudiantes y sus familias comprendan que se pretende secuestrar  su libertad y su futuro sentando las bases para un estado de servidumbre laboral a la pseudo-revolución.

A este ignominioso plan de sumisión y maquila en el que se pretende involucrar a las universidades y en consecuencia a la juventud venezolana,  se le suma el intento del régimen en planear verdaderas emboscadas cuyos alcances deben ser entendidos. Una de estas tramoyas es la conformación de la Comisión Presidencial para la Recuperación de la UCV, que ha servido de excusa para violaciones flagrantes a la autonomía universitaria, cuyas últimas expresiones fueron el asalto y la ruptura de las puertas del Aula Magna de la UCV, y la ignominiosa incursión nocturna de Nicolás Maduro y su séquito en las instalaciones universitarias. En paralelo, se violan las normativas vigentes con el nombramiento ilegal de las autoridades de la USB. Todo ello para ir construyendo una matriz de opinión que soporte la idea de que las universidades públicas autónomas están en un estado caótico que requiere la intervención urgente del Estado en distintas modalidades.

Los universitarios no podemos caer mansamente en las trampas del gobierno. La posición individual de muchos profesores y la de algunas asociaciones que sostienen que no se puede trabajar con los sueldos y condiciones actuales debe ser profundamente meditada porque al manejar estos temas de espaldas a la opinión pública y, sobre todo, sin tomar el cuenta la situación de los estudiantes puede ponerle en bandeja de plata al régimen el último argumento que requiere para consolidar la intervención de las universidades: el demostrar que los profesores no quieren trabajar y poner a los estudiantes en contra de los docentes. La enormidad del daño que se infringe a los profesores con los salarios miserables no puede ser excusa para ignorar las trampas del régimen.

En la misma dirección, los intentos perfectamente justificados por renovar a las autoridades universitarias, algo que ha sido bloqueado por decisiones inconstitucionales del TSJ durante más de diez años, no pueden avanzarse cediendo a las pretensiones populistas y destructoras de la esencia de la institución universitaria que se traducen en la concepción de los profesores como “trabajadores” universitarios, y la idea demagógica de que obreros, empleados, estudiantes y profesores pueden tener el mismo peso en la selección de autoridades. Una idea que se disfraza convenientemente de democracia, pero que esconde una motivación de control y destrucción de la libertad de pensamiento y creación consustancial a una institución de élite intelectual como la universidad. El concepto de instituciones de élite, que no elitescas ni excluyentes, debe ser defendido en sus bases y fundamentos, que se aplican no solamente a las universidades, sino a otros ámbitos como el militar. No es posible caer en la tentación de hacer propuestas sobre nuevas normas electorales que pretendan satisfacer el populismo destructivo del régimen para intentar negociar unas elecciones universitarias. Al hacerlo, no vamos a conseguir nada, porque no hay ninguna razón para que el gobierno de facto autorice la realización de elecciones que tiene perdidas de antemano, y perderemos la autoridad moral asociada a la defensa de los valores universitarios.

Las organizaciones Nueva Universalia y VenAmerica, que conforman el GRUPO NUVA, hemos juzgado necesario hacer llegar esta advertencia a la sociedad venezolana para que conjuntamente emprendamos las acciones necesarias para defender los últimos bastiones de la universidad democrática, libre y abierta, en Venezuela.

28 de Octubre 2021.