MANIFESTACION ESTUDIANTIL«Lo sabemos, ¡ay de aquellos que han provocado la guerra!, pero proclamamos tres veces, ¡ay de aquellos que hoy retrasan, aunque solo sea por un día la verdadera paz!» Philipp Scheidemann (1865-1939) Presidente del Consejo de Ministros del Reich alemán en 1919.

ALEJANDRO OROPEZA G.

Estimada Fabiana:

Quizás conozcas aquella canción del cubano Pablo Milanés, uno de cuyos hermosos versos dice: «Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me pondré a cantar por los ausentes». Esa canción se me vino inmediatamente a la memoria al recibir la noticia del ataque de que fuiste objeto, junto con otros compañeros universitarios, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de nuestra máxima casa de estudios la Universidad Central de Venezuela. Eran patentes los ojos alarmados y preocupados de Jesús Daniel Padra al comunicarnos la noticia del grupo de desadaptados armados con cuchillos y destornilladores que los agredieron en el recinto universitario.
¿Por qué? ¿Por qué un grupo que no interesa de dónde proviene o a quién o quiénes obedecen, pretende agredir y agreda a unos estudiantes que discuten en las aulas de nuestra universidad? ¿Por qué unos venezolanos se ensañan contra otros y pretenden, por medio de la violencia, que abandonen sus creencias y acciones y se encaucen por la vía que ellos y a quienes obedecen, pretenden sea la verdad absoluta para todos? ¿Por qué se acusa y califica a «otros», desde las alturas del poder, de fascistas y se ejercen las acciones desde ese poder, que tipifican estas conductas en el seno de grupos supuestamente oficialistas? ¿Por qué unos jóvenes que creen en la posibilidad de construir un país para ellos y sus hijos son considerados ciudadanos de segunda porque no les da la gana de creer en un socialismo del siglo XXI que nadie sabe aún qué es, y vestirse con una franela roja? ¿Por qué se agrede a aquellos que pensamos que la democracia venezolana está erosionada y que nuestro Estado de Derecho está igualmente relativizado si esas banderas y la defensa de tales principios benefician a la sociedad toda, que posee un resto de cultura política democrática y no militarista y autoritaria? Te conozco hace pocas semanas. Entendí en tu conversación y pensamiento claro y diáfano, la certeza de unas convicciones democráticas y libertarias férreas y absolutas que deseas poner al servicio del bienestar de las comunidades en las que te desenvuelves y de una sociedad futura en la cual crees, y que debe ser libre, democrática, responsable y cívica. Comprendí la esencia de mujer venezolana valiente y decidida que posees y la de todos tus compañeras; herederas de la estirpe que les precede y que enorgullece el arrojo responsable que emana de la autoridad máxima de la «Central» en estos difíciles días, la rectora García Arocha. Mujer, estudiante, demócrata, ciudadana responsable, batalladora por tus creencias democráticas, esos atributos que aprecio en ti se encuentran presentes en la juventud venezolana, en toda la juventud venezolana, aunque no lo creamos, con muy pocas y marcadas excepciones. Veo eso en los jóvenes, estudiantes o no, con los que hemos conversado, discutido, acordado y analizado la compleja realidad nacional; lo comprendo en aquellas miradas que observan mucho más allá de su propia coyuntura actual y edifican esperanzas para futuros muy cercanos y posibles. Les corresponde asumir la responsabilidad de su momento, en la posibilidad de fraguar las bases de su futuro, el de sus hijos, el de la Venezuela en la que creen, en la que creemos.
Difícil circunstancia, maravillosa oportunidad, peligrosos momentos, frente a la realidad de un régimen que pretende secuestrar los futuros, todo por pretender permanecer en el poder para imponer una verdad que la historia repetidamente ha demostrado que no es tal y que conlleva al fracaso, la pérdida de destinos, la pobreza, la opresión y la represión.
Yo creo en lo que tú y tus compañeros creen. Y lo creo porque nací en libertad, heredé la gesta de aquel movimiento que contribuyó a derribar al dictador Pérez Jiménez. Ustedes heredan hoy la historia toda del movimiento de las boinas azules. Creo en la posibilidad, amarrada a los pensamientos de la juventud de hoy, de una Venezuela posible, abierta, segura, digna, con un futuro que permita el fluir constante de los ríos de la juventud a lo largo de los años, las de ayer, esta y las que vienen.
Decía el poeta cumanés Andrés Eloy Blanco que cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo; y por ello te digo: hija, sigue luchando y creyendo en ese futuro que sueñas limpio, sereno y libre al lado de todos tus compañeros y amigos, porque ese es el futuro de todos, el de tus hijos y nietos, el mío, el de esta sociedad confundida, el de quienes hoy los agreden y reprimen y el de aquellos que estarán por siempre presos en las mazmorras de sus conciencias, que las tienen, aunque pareciese que no es así. También, es menester tenerlo presente, el futuro de la memoria de los caídos estos días, de todos: estudiantes, miembros de colectivos armados, guardias nacionales, de todos porque todos somos venezolanos y nos duele esta nuestra tierra, nuestra nación, nuestro país, nuestra patria.
Y por favor cuídate, protéjanse y cuídense entre todos, que tenemos, como es lógico, nuestras esperanzas sembradas en ustedes por siempre.
Quizás conozcas aquella canción del cubano Pablo Milanés, uno de cuyos hermosos versos dice: «Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me pondré a cantar por los ausentes». Esa canción se me vino inmediatamente a la memoria al recibir la noticia del ataque de que fuiste objeto, junto con otros compañeros universitarios, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de nuestra máxima casa de estudios la Universidad Central de Venezuela. Eran patentes los ojos alarmados y preocupados de Jesús Daniel Padra al comunicarnos la noticia del grupo de desadaptados armados con cuchillos y destornilladores que los agredieron en el recinto universitario.
¿Por qué? ¿Por qué un grupo que no interesa de dónde proviene o a quién o quiénes obedecen, pretende agredir y agreda a unos estudiantes que discuten en las aulas de nuestra universidad? ¿Por qué unos venezolanos se ensañan contra otros y pretenden, por medio de la violencia, que abandonen sus creencias y acciones y se encaucen por la vía que ellos y a quienes obedecen, pretenden sea la verdad absoluta para todos? ¿Por qué se acusa y califica a «otros», desde las alturas del poder, de fascistas y se ejercen las acciones desde ese poder, que tipifican estas conductas en el seno de grupos supuestamente oficialistas? ¿Por qué unos jóvenes que creen en la posibilidad de construir un país para ellos y sus hijos son considerados ciudadanos de segunda porque no les da la gana de creer en un socialismo del siglo XXI que nadie sabe aún qué es, y vestirse con una franela roja? ¿Por qué se agrede a aquellos que pensamos que la democracia venezolana está erosionada y que nuestro Estado de Derecho está igualmente relativizado si esas banderas y la defensa de tales principios benefician a la sociedad toda, que posee un resto de cultura política democrática y no militarista y autoritaria? Te conozco hace pocas semanas. Entendí en tu conversación y pensamiento claro y diáfano, la certeza de unas convicciones democráticas y libertarias férreas y absolutas que deseas poner al servicio del bienestar de las comunidades en las que te desenvuelves y de una sociedad futura en la cual crees, y que debe ser libre, democrática, responsable y cívica. Comprendí la esencia de mujer venezolana valiente y decidida que posees y la de todos tus compañeras; herederas de la estirpe que les precede y que enorgullece el arrojo responsable que emana de la autoridad máxima de la «Central» en estos difíciles días, la rectora García Arocha. Mujer, estudiante, demócrata, ciudadana responsable, batalladora por tus creencias democráticas, esos atributos que aprecio en ti se encuentran presentes en la juventud venezolana, en toda la juventud venezolana, aunque no lo creamos, con muy pocas y marcadas excepciones. Veo eso en los jóvenes, estudiantes o no, con los que hemos conversado, discutido, acordado y analizado la compleja realidad nacional; lo comprendo en aquellas miradas que observan mucho más allá de su propia coyuntura actual y edifican esperanzas para futuros muy cercanos y posibles. Les corresponde asumir la responsabilidad de su momento, en la posibilidad de fraguar las bases de su futuro, el de sus hijos, el de la Venezuela en la que creen, en la que creemos.
Difícil circunstancia, maravillosa oportunidad, peligrosos momentos, frente a la realidad de un régimen que pretende secuestrar los futuros, todo por pretender permanecer en el poder para imponer una verdad que la historia repetidamente ha demostrado que no es tal y que conlleva al fracaso, la pérdida de destinos, la pobreza, la opresión y la represión.
Yo creo en lo que tú y tus compañeros creen. Y lo creo porque nací en libertad, heredé la gesta de aquel movimiento que contribuyó a derribar al dictador Pérez Jiménez. Ustedes heredan hoy la historia toda del movimiento de las boinas azules. Creo en la posibilidad, amarrada a los pensamientos de la juventud de hoy, de una Venezuela posible, abierta, segura, digna, con un futuro que permita el fluir constante de los ríos de la juventud a lo largo de los años, las de ayer, esta y las que vienen.
Decía el poeta cumanés Andrés Eloy Blanco que cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo; y por ello te digo: hija, sigue luchando y creyendo en ese futuro que sueñas limpio, sereno y libre al lado de todos tus compañeros y amigos, porque ese es el futuro de todos, el de tus hijos y nietos, el mío, el de esta sociedad confundida, el de quienes hoy los agreden y reprimen y el de aquellos que estarán por siempre presos en las mazmorras de sus conciencias, que las tienen, aunque pareciese que no es así. También, es menester tenerlo presente, el futuro de la memoria de los caídos estos días, de todos: estudiantes, miembros de colectivos armados, guardias nacionales, de todos porque todos somos venezolanos y nos duele esta nuestra tierra, nuestra nación, nuestro país, nuestra patria.
Y por favor cuídate, protéjanse y cuídense entre todos, que tenemos, como es lógico, nuestras esperanzas sembradas en ustedes por siempre.