Publicado en enero de 2009
En la noche del viernes (30/1) al sábado (31/1), una banda de unas 15 personas, algunas en posesión de armas largas, asalto la sinagoga de nuestros conciudadanos judíos en Maripérez, causó severos destrozos y pintó los muros externos con los usuales insultos. Es esto un evento similar a lo que en castellano se llama “la noche de los cristales rotos” y en alemán simplemente “la noche imperial de los cristales” (Reichskristallnacht). No es la primera señal de un creciente antisemitismo en nuestro país, pero ciertamente la más alarmante.

Nuestros compatriotas judíos han convivido con nosotros durante largos años, sin que se les hubiera ofendido, discriminado o atacado, sea con insultos, palabras o actos violentos. Es más, el Presidente López Contreras permitió a finales de la década de los 30 del siglo pasado que un grupo relativamente grande de judíos (en total 251) desembarcara de las naves Caribia y Königstein en Puerto Cabello y La Guaira; a ellas que se les había prohibido la entrada y el desembarque en varios otros puertos de la región. Les dio a estos judíos inmediatamente la nacionalidad venezolana, para evitar represalias de parte del Tercer Reich. Ellos y los que habían venido en tiempos anteriores a esta tierra de gracia, algunos de ellos décadas antes de este episodio, se integraron al pueblo venezolano. Rehicieron sus vidas y trabajaron, siendo miembros de la sociedad y contribuyendo, en las décadas que siguieron, al pase de una Venezuela rural y caudillista a la crecientemente moderna. Muchos de ellos hicieron grandes contribuciones a la incipiente industria, a la ciencia y a la cultura. Este estado de cosas se extendió en el tiempo hasta hace diez años.

Poco después del ascenso del teniente coronel (Ej. Ret.) Hugo Chávez Frías a la Presidencia de la Republica empezaron a aparecer signos de que renacían los viejos síntomas del antisemitismo. En ciertos programas del canal del Estado y en órganos de prensa escritos, dichos síntomas empezaron a manifestarse, al comienzo en forma moderada (si algo como el antisemitismo puede ser moderado) y, con el correr del tiempo, de modo cada vez más evidente. Especialmente el programa La hojilla de VTV, bajo la conducción de Mario Silva, y el periódico Vea difundieron crecientemente insinuaciones contra los judíos. Ocurrieron dos “visitas” de órganos de seguridad del Estado al Hebraica, el conjunto escolar y social de la comunidad, con la excusa de que habían recibido noticias que en ese sitio había armas escondidas y se “cocinaban” conspiraciones contra el régimen. Justamente en la noche del 24 de diciembre de 2005, el Presidente lanzó en un discurso el más antiguo y desgastado slogan antisemita cuando habló de “los que han matado a Cristo y se han apoderado de las riquezas”. Frente a la protesta de grandes sectores de la sociedad venezolana, el gobierno trató de desmentir lo dicho, al estilo “Chávez dijo que no dijo lo que dijo”. ¿Y quien puede olvidar la sentencia del Embajador en Moscu, dicha en una entrevista con un periódico ruso, de que los judíos habían jugado un papel importante en el “golpe” del 11 de abril de 2002?

Hubo dos momentos culminantes en esta creciente ola de antisemitismo: la guerra entre Hizbola e Israel en el sur del Lebanon unos tres años atrás y la reciente defensa de Israel contra el Hamas, dos organizaciones, por cierto, tildadas de terroristas por la ONU, la Unión Europea, la UNESCO y muchos Estados democráticos. En ambas oportunidades, el régimen tomó abierta partida a favor de los enemigos de Israel – no muy sorprendente en vista de la relación de “hermanos” que une a Chávez con el Presidente del Irán, Mahmoud Ahmadinejad; en la segunda expulsó el Embajador israelita y todo el personal diplomático, amen de la ruptura, poco después, de las relaciones diplomáticas.

El régimen se había vuelto claramente antisemita (aunque bajo el epíteto de “antisionista”), a pesar de haber recibido Chávez representantes de la comunidad judía mundial y aceptado un compromiso con los Presidentes de Brasil y Argentina de “luchar contra cada expresión de antisemitismo”. El antisemitismo del régimen, desde sus más altas instancias, les dio a los antijudíos más radicales el “coraje” de lanzarse abiertamente contra la comunidad: los “grafitos” antijudíos en Maracaibo y Caracas, artículos infames en APORREA hasta el ataque de viernes/sábado, incluido el rumor, fomentado por el propio Chávez, de que se expropiaría al Hebraica.

Los que firmamos este comunicado nos solidarizamos con nuestros hermanos judíos y hacemos un llamado al pueblo venezolano a no dejarse influir por las bandas del mal contra nuestros conciudadanos; al gobierno a no tratar el antisemitismo como la inseguridad, esto es: no hacerle frente, y a controlar los grupos más radicales de sus allegados; a las agrupaciones y movimientos democráticos a no olvidar el pasado reciente y su responsabilidad y a no permitir la ampliación del peor de los racismos; y a los maestros de nuestras escuelas y los profesores de nuestras universidades a incluir el esclarecimiento de los verdaderos elementos del antisemitismo en la enseñanza en sus respectivas instituciones.

Finalmente, condenamos lo que viene sucediendo y, muy en particular, el uso de la violencia física y psíquica en contra de personas y grupos de nuestro sociedad, mucho menos en tiempos de alta conflictividad política. Hacemos mas bien votos por la paz.

Caracas, 31 de enero de 2009