Alejandro Guillier y expresidente Sebastián Piñera, 23 de mayo de 2012 | Imagen: tu Foto con el Presidente, vía Flickr

Miguel Ángel Martínez Meucci

Aparece una nueva señal de la indiferencia ciudadana que se viene gestando con respecto a la clase política, al menos con la que ha conducido a Chile después de la transición a la democracia. Luego de la contienda del pasado 19 de noviembre, una lectura detallada del asunto parece indicar que por lo pronto las fuerzas más conservadoras tenderían a imponerse con cierta claridad en la segunda vuelta. Mientras, demora la alianza de la centroizquierda.

El pasado 19 de noviembre se realizó en Chile una importante jornada electoral, por la cual correspondía a los ciudadanos elegir al presidente de la República, miembros del Parlamento (senadores y diputados) y consejeros regionales (CORE). Había algunas expectativas ante una elección que se consideraba casi decidida. Por un lado, se trataba de ver si la fortaleza que las encuestas adjudicaban a Sebastián Piñera, expresidente que lidera la coalición Chile Vamos, se materializaría al punto de dejar sellada la contienda al obtener más del 50 % de los votos o, en su defecto, un respaldo tan elevado como para dejar casi asegurado el resultado de una eventual segunda vuelta.

Por otro lado, estaba por verse cómo funcionaría la elección de parlamentarios tras aprobarse la nueva ley electoral, por la cual un sistema proporcional moderado, basado en la ley d’Hont, sustituía al sistema binominal que se pactó durante la transición. El binominal favoreció durante décadas a las dos grandes fuerzas políticas del país (derecha y centroderecha versus la histórica Concertación Nacional, ahora Nueva Mayoría) y, con ellas, a la estabilidad del proceso; pero, con el tiempo, el desencanto creciente frente a la bipolaridad del sistema político incidió en una notable desilusión con respecto a los políticos y en el crecimiento de la abstención (una de las mayores del continente).

Con respecto al primer punto, la opción por la centroderecha se ha beneficiado de que Michelle Bachelet esté cerrando su segundo período presidencial con los niveles de popularidad más bajos que se recuerdan en Chile durante el ciclo democrático post-Pinochet. Muchas de las reformas prometidas (elección popular de intendentes en las 16 regiones, reforma educacional, reforma de AFP, etc.) se han realizado solo a medias, circunstancia que aunada a la desaceleración económica (caída del precio del cobre), un mayor endeudamiento público y privado, el crecimiento de la inmigración y la conflictividad en la Araucanía han beneficiado a la oposición de Chile Vamos.

No obstante, Piñera sólo pudo captar el 36,6 % de los votos, una cifra menor a la esperada, mientras que el socialdemócrata Alejandro Guillier, el candidato más fuerte de la Nueva Mayoría (que no logró el consenso para postular una única opción) obtuvo un módico 22,7 %. A su vez, una importante reflexión se hace necesaria para los socialcristianos tras la caída de un partido histórico para Chile como la Democracia Cristiana (DC), cuya abanderada Carolina Goic apenas alcanzó un 5,9 %. La sorpresa, por tanto, corrió a cargo del líder de la agrupación derechista Evópoli, José Antonio Kast (7, 9%) y, sobre todo, de Beatriz Sánchez (20,3 %), candidata del Frente Amplio, nueva coalición de partidos de izquierda que abogan por cambios algo más drásticos.

Tales resultados aumentan en alguna medida la incertidumbre inicial, dado que un eventual acuerdo entre Guillier y Sánchez pudiera significar, aparentemente, la consolidación de una opción muy competitiva frente a Piñera. No obstante, una lectura algo más detallada parece indicar que, por lo pronto, las fuerzas más conservadoras tenderán a imponerse con cierta claridad el 17 de diciembre, cuando se desarrolle la segunda vuelta. Mientras que Piñera obtuvo el inmediato apoyo de Kast tras conocerse los resultados, la relación entre Guillier y Sánchez no facilita una alianza, pues esta implicaría para el primero incluir en su programa varias medidas que pudieran modificar sensiblemente el modelo de Estado y desarrollo pactado en la transición; asimismo, luce muy poco probable que el votante DC se sume a una alianza como esta. [1] El Frente Amplio, a su vez, evaluará si prefiere intentar consolidarse durante la próxima legislatura como principal fuerza de oposición, desplazando así a la antigua Concertación y llevando al país a decidir entre izquierda y derecha.

Otros elementos que auguran el predominio a corto plazo de la centroderecha son la victoria de Piñera en las 16 regiones y la obtención por Chile Vamos de casi la mitad de los senadores (19 de 43) y diputados (73 de 155). Esto nos lleva al segundo punto inicialmente señalado: en la práctica, el impacto real de la sustitución del sistema binominal por el proporcional se ha visto reducido por dos factores, como son la ampliación del número de escaños en el Congreso —la Cámara baja pasó de 120 a 150, mientras el Senado aumentó de 38 a 50 (en esta primera elección se eligieron 43 y en la próxima se alcanzarán los 50)— y la reducción del número de distritos (de 60 a 28 para optar a la Cámara de Diputados y de 19 a 15 para el Senado).

En una perspectiva de mediano y largo plazo, el pasado 19-N luce como una nueva señal de la indiferencia o hastío ciudadano que se viene gestando con respecto a la clase política, al menos con la que ha conducido a Chile después de la transición a la democracia. La fractura del centro político y el fortalecimiento de los extremos, así como una abstención cercana al 54 %, evidencian tendencias que en el mejor de los casos pudieran conducir al surgimiento de nuevos actores, propuestas y fuerzas políticas, pero que en el peor escenario podrían deslizar al país hacia una polarización cada vez más difícil de manejar, alejándolo de su mejor y más distinguida tradición política.

[1] Nota del editor: El lunes 20 de noviembre, el Consejo Nacional de la Democracia Cristiana en Chile anunció su apoyo a la candidatura del oficialista Alejandro Guillier para la segunda vuelta. Véase, por ejemplo, http://www.adnradio.cl/noticias/politica/democracia-cristiana-apoyara-la-candidatura-de-alejandro-guillier-en-segunda-vuelta/20171120/nota/3642976.aspx.

Miguel Ángel Martínez Meucci | @martinezmeucci
Profesor de Estudios Políticos en la Universidad Austral de Chile. Doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación, por la Universidad Complutense de Madrid, España