Dictadores: vidas y procedimientos
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Publicado en Papel Literario
Advertidos. Según Chávez, la Patria está donde está él o, más bien él es la Patria. Los “vínculos jurídicos, históricos y afectivos” con una “tierra natal o adoptiva” que nos deberían hermanar como nación -definición de patria según el Diccionario de la Real Academia Española- se disuelven en pro de una sujeción personalista a Chávez: la Patria se transmuta en simple lealtad hacia su persona.
Tenía la intención de titular esta nota «Compatriota Sonntag», pero me di cuenta de que Heinz Rudolf Sonntag es mucho más que eso. Yo nací en Venezuela como pude haber nacido en Ubekistán: esa circunstancia me hace compatriota de gente tan poco recomendable como la que hoy manda en Venezuela. Por eso, no tengo ningún inconveniente en llamar a Venezuela «mi pobre patria accidental». Las comillas van porque la frase no es mía, sino del general en jefe Francisco de Miranda para quien su primera fidelidad, decía una carta a Petión que contenía aquella frase, era hacia la Francia revolucionaria… «como un miembro legítimo de la Nación y un servidor fiel de la república a la cual he prestado mi juramento inviolable”.
¿Por qué, si debiéramos estar contentos, no lo estamos?; ¿Por qué no estamos alegres, si el Presidente acaba de ordenar que se derogue la Ley de Inteligencia que él mismo dictó hace una semana, para convertir a su pueblo en un pueblo de espías, en un ejército de traidores, en una masa oscura de más de veinte millones de soplones?